Estamos tan acostumbrados a abrir un grifo y dejar fluir impetuosamente su contenido que ya no nos damos cuenta de que lo que se fue no está destinado a regresar.
Cada uno de nuestros gestos, por mera costumbre, está destinado a agotar un recurso que forma parte en un 70% de nosotros.
Robinson, a pesar de sus 6 años, tiene muy claro lo que significa el agua para él.
Nos cuenta que antes de la construcción de la cisterna, la escuela pedía a sus alumnos que trajeran agua de casa, o bidones para recoger el agua de lluvia.
Si antes el agua era para él esfuerzo y esfuerzo, hoy es sólo una fuente de diversión. Como estar en compañía mientras bebes tu propia taza, o competir para ver quién llena más rápido un contenedor en la fuente del patio y lo lleva a clase.
Robinson es muy competitivo: siempre intenta, con compromiso y dedicación, ser el primero. Esta regla también se aplica a él en los juegos. Es pequeño, sí, en comparación con otros compañeros de equipo, pero esto ciertamente no le impide desafiar a los chicos más grandes; y muy a menudo logra superar los desafíos de manera excelente.
La carrera con los bidones es su favorita, aunque sus profesores, seamos sinceros, no están muy de acuerdo con verlos corriendo por las aulas. Pero la risa contagiosa de sus alumnos es motivo suficiente para no llamarlos al orden.