Estuvimos en Moebius hace unos días y allí nos recibió Lorenzo, 2 metros de origen sienés y una gran sonrisa. A pesar de la ubicación, que puede dar cierta sensación de desorientación, nos tranquilizó y nos hizo sentir parte de algo nuevo, esperando ser descubierto.
Hola Lorenzo, gracias ante todo por tu acogida y disponibilidad. Eres muy joven y estás llevando a cabo un proyecto con diferentes matices.
Creo que tuve mucha suerte desde este punto de vista. Seguí los pasos de mi padre, que tiene un restaurante en Siena desde hace 36 años. Me siento un poco como enanos sobre hombros de gigantes. La experiencia empresarial familiar me permitió ver el resultado de mi proyecto en perspectiva.
Vivo en Milán desde 2012, me gradué en Derecho y durante una experiencia de estudios en Hong Kong entré en contacto con realidades de restauración polifacéticas y polivalentes, por así decirlo, con identidades culturales muy heterogéneas.
La receta que tenía en la cabeza era sencilla: combinar dos tipos de catering, uno un poco más sencillo y relajado, destinado a estimular la convivencia; el otro más elevado, con una meticulosa atención al detalle. Todo ello acompañado de las vibrantes notas del jazz en vivo y cócteles que harán bailar tu paladar y te animarán a descubrir otro lado del carácter del lugar. Y por qué no, un nicho donde comprar vinilos.
Al entrar a su restaurante la primera sensación fue de desorientación.
Quien decide entrar en Moebius debe tener la sensación de formar parte de algo, no como mero destinatario de un mensaje, sino como usuario activo. Un intercambio mutuo de contenidos, ideas, sensaciones. Al principio todos sienten este sentimiento de confusión, de desorientación. Poco a poco, mi relato del proyecto primero y del entorno que los rodea después les permite entender que este es un lugar hecho a su medida, independientemente de su estatus social.
Moebius… ¿cuál es la pronunciación exacta?
Elegí este nombre, aunque era consciente de que habría creado cierta confusión, como "¿cómo se pronunciará algún día?", para rendir homenaje al maestro del cómic, Jean Giraud, alias Moebius. Un precursor del movimiento de ciencia ficción, del cómic onírico ligado al subconsciente "que siempre me ha tenido zancadilla".
Quería comunicar mi mensaje tal como nacía en mi subconsciente, y el nombre Moebius me parecía el vehículo adecuado para presentarlo al público.
¿Y ese olivo gigante que hay delante de la cocina?
Hace un par de años, cuando entré por primera vez a este edificio completamente abandonado, noté una enorme grieta en el techo. Mi primer pensamiento, tal vez estimulado por un recuerdo cinematográfico, fue que en ese momento tenía que tener una planta a toda costa, me daba una sensación de romanticismo, sobre todo imaginar las gotas de lluvia sobre el cristal que la rodearía.
Por casualidad, mientras paseábamos por los viveros, nos fijamos en estos gigantescos árboles al costado de la carretera en Montecatini Terme. Estaba con mi padre, quedamos cautivados por su belleza y decidimos pedir información.
Y aquí estamos, con este olivo centenario que nos dijeron que viene de Andalucía.
¿Qué reacción esperabas de quienes pisaron el lugar?
Ciertamente, como decíamos antes, una sensación de desorientación al no poder identificar el tipo de lugar en el que se encontraban.
Pero lo mejor fue que uno de mis objetivos se había logrado. La larga mesa central del Tapas-Bistro inducía inevitablemente a personas que no se conocían a iniciar una charla y continuarla delante de un cóctel de creación propia. Generando aquellas interacciones que sean estimulantes para el cliente, pero también para nosotros.
No hay grupos sociales cuando te sientas en la misma mesa. Todos se sienten estimulados por los comensales que se sientan a su lado, en una especie de cita rápida diseñada para crear convivencia.
Cada noche, diferentes personas me demuestran que lo que había idealizado en mi cabeza se hace realidad día a día. Y lo ordinario se transforma en extraordinario.